Y Odin dijo: Un lobo que duerme no obtendrá su alimento y una batalla no se gana descansando.

domingo, 22 de mayo de 2011

Regreso a este abandonado Blog.

Bueno, ya hace bastante tiempo que no publico nada en el blog, así que me he puesto en la tarea de traerles a ustedes tres cosas.
La primera, y la que podrán ver en este post, será un texto mio.
La segunda, una película.
Y la tercera, un disco recomendado

Ahi va el texto.

***

Persistencia en el lenguaje, eternidad en la memoria.


En varias ocasiones Borges alude a la inmortalidad en sus relatos, hablándonos de esta como algo alcanzado por medio del lenguaje. En varios de sus relatos encontrados en El Aleph podemos observar varios ejemplos de esto.
En “El Inmortal” Borges nos cuenta sobre un hombre que decide salir en busca de un río que se supone le brindará la inmortalidad. Empieza su travesía con un buen grupo de hombres, quienes son sus seguidores, pero al cabo del tiempo todos mueren dejándolo sólo. Ya después de haber viajado por su cuenta un tiempo, la muerte parece también querer tomarlo, y próximo a perecer por la deshidratación bebe de un río por el cual corre agua turbia y arenosa, sin saber que precisamente ese era el río que tanto había anhelado encontrar y por el cual sus seguidores habían muerto. Cerca al río habitaba una tribu de trogloditas, los cuales resultaban extraños para el viajero, quien después de haber estado mirando como un observador externo un tiempo, decide salir de donde se encontraba para continuar con su búsqueda de la ciudad de los inmortales, y desde este punto es acompañado por uno de los trogloditas quien decide seguirlo en su travesía. Éste, que se hace llamar Argos, dice ser quien escribió La Odisea y también le dice al viajero que aquel turbio arroyo del que había bebido era en realidad el río de la vida eterna y que gracias a este la gente de su tribu era inmortal.
En esta ocasión la inmortalidad alcanzada por el troglodita (Homero) es una que se refiere no a la inmortalidad de la carne o del espíritu, sino a la del pensamiento, la ya mencionada inmortalidad en el lenguaje. Podemos decir que Homero es inmortal en su obra y lo seguirá siendo hasta que esta deje de ser leída por los hombres.
En “La escritura de Dios”podemos observar otro homenaje al lenguaje, pero en esta ocasión no como fuente de vida eterna, sino como ese algo que da poder de regir sobre algo o alguien. En este caso, Tzinacán, preso en la cárcel recuerda que Dios previendo el fin de los tiempos escribió, una sentencia mágica el primer día de la creación. Piensa que ese mensaje divino debe estar escrito en algo inmutable para que perdure a través de los siglos, quizá un río, una montaña o en él mismo, pero después se da cuenta que todo eso puede mutar con el tiempo.
Un día pensó: “¿qué tipo de sentencia podría escribir un Dios?”, pero se dio cuenta que Dios no necesitaba ninguna sentencia, con una sola palabra podía abarcar la plenitud.
Fue entonces cuando ocurrió la unión con la divinidad, vio una rueda que estaba por todas partes, bastaría pronunciar las catorce palabras escritas para regir la tierra. Pero en ese momento eso carecía de importancia, porque él ya no era nadie.
Y tal vez Tzinacán ya no era nadie porque como el mismo dice, ni siquiera él se acuerda de él mismo, y creo yo, que si uno no se recuerda, es difícil que alguien más lo haga.
Emma Zunz: En este relato el padre de Emma, perdura en el lenguaje al igual que Homero, pero no lo hace de la misma manera, no, él permanece para Emma expresado en su voluntad, resguardada por el lenguaje. Y si no fuera por el lenguaje Emma no se habría enterado de la muerte de su padre ni del nombre del responsable del suicidio de este.

Realmente dudo que se tenga conciencia del poder que puede brindar el lenguaje a los hombres, no sólo como camino de la comunicación, sino como ese algo que nos da la posibilidad de dar orden al caos, tener control sobre las cosas (tal vez también sobre las personas) y sobre todo que nos permite postrarnos en la eternidad de la memoria y en la persistencia del lenguaje.
En el lenguaje, si tenemos suerte prevaleceremos, de lo contrario seremos olvidados en el intento.

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